Peyita

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Editorial (PELLInside, edición 115)

Como solo un argentino puede hacerlo

Ni pienso en acudir al mataburros para escribir una definición académica de la palabra «hipocresía». No es que reniegue del diccionario como objeto que contiene definiciones fidedignas ya que es él, la televisión y nuestras madres a quienes les debemos todo lo que somos; sucede que hace tanto calor que la sola acción de tomar el libraco en cuestión ya me fastidia, nada más.
Por ello y atendiendo a la ecuación de Rolling, C = h / E (C: comodidad, h: Constante de Rolling y E: esfuerzo) es que acudo a mi fantástico sentido común para cubrir la carencia mencionada. Un detalle acerca de la ecuación de Rolling; obsérvese que en la medida que el esfuerzo E aumenta, la variable C de comodidad, disminuye, conforme h es una constante (no sufre modificaciones con el transcurrir del tiempo).
Dejando de lado el aspecto matemático de la cosa, veamos lo siguiente… Voy a asociar la palabra hipocresía con la acción humana de mentirse a uno mismo y hacer creer a los demás que uno es, hace o cree en algo cuando no es así. De no coincidir con la Real Academia Española, tómese esta definición como válida para lo que continúa en esta ignota columna.
¿Estamos haciendo Buenos Aires, querido Mauricio? ¿No era que estaba prohibido cobrar por estacionamiento en lugares públicos, ante la realización de algún evento por el que se paga una entrada y por ende, los impuestos correspondientes?
Ya ni hablemos de eventos pagos, conversemos un poquito sobre el paseo público en torno al Planetario de la Ciudad de Buenos Aires. Ir a tomar una poca de aire en ese maravilloso espacio que es de todos nosotros cuesta vil metal, parece ser. Porque no bien uno quiere «aparcar el carro» (demasiada MTV con «Enchúlame la máquina»), se aparece un señor con cierta vestimenta «oficial» que apenas saluda, nos corta un numerito de farmacia y nos dice «Son 3 pesitos, caballero». Mi impulso es preguntarle: «¿Y usted quien carajo es?», pero uno no va a Palermo a hacerse el justiciero, simplemente va para hinchar un poco las pelotas y tirarse panza arriba bajo un bendito árbol. Por eso no digo nada y pelo mi cómica billetera, garpando sumiso como solo un argentino puede hacerlo.
Y como uno se queda con la vena medio hinchada, termino preguntándome: ¿queda otra opción que pagar? Porque la solución sería discutir, negarse y quedarse al lado del auto ya que de no ser así, todos lo sabemos, aparecerán sobre alguna parte del mismo, rayones de distinto calibre que arreglarlos saldrá como pagar unos 200 estacionamientos del tipo ya descrito. ¿Qué hacer si además de todo eso, uno observa al patrullero de turno (los patrones del negocio) circular por allí para luego quedarse conversando con el «cobrador»? ¿Jugarla de Quijote? No, gracias. Dígame, estimado Jefe de Gobierno, que se debe hacer en estos casos… Tal vez la sugerencia sea la misma de siempre, la que hemos mamado (fea palabra y más fea frase) que es mirar para otro lado…
¿Qué diferencia habrá entre esta hipocresía y la otra, la del Gobierno Nacional cuando hace como que la cosa económica funciona con sus maravillosos dígitos y que alimentos y otras cuestiones de supervivencia permanecen con «apenas unos toquecitos insignificantes»? Creo que ninguna, al menos yo no observo nada para destacar.
Pero la vida es arriba tal cual es abajo. Y el «mentime que me gusta» tiene una razón de ser, seguramente. Nada es casual en este mundo, mucho menos los dirigentes que nos «tocan».
Fíjense ustedes con que ejemplo bobo armé esta columna. La releo y concuerdo con mi conciencia que ya es lo suficientemente larga como para empezar a aburrir.
Es que si tuviera que seguir con más ejemplos de este estilo, podría escribir un libro y, digamoslo así, escribiendo libros creo que mi performance sería peor que escribiendo columnas. Así que, a mirar para otro lado que por ahí, quien les dice, encontramos algo agradable que nos siga haciendo creer que realmente estamos haciendo la diferencia o lo que es lo mismo, que esta vez sí estamos haciendo Buenos Aires.

Jorge Pelliza

27 noviembre, 2008 Posted by | Editoriales PELLInside | , , , , , , , , , | Deja un comentario