Peyita

blog asociado a PELLInside

Las bombas de la sinrazón

Fin de año… Nuestro pequeño mundo cuyos límites son las calles que conocemos, en líneas generales, parece feliz. No digo que haya desborde de felicidad pero la gente se suelta, se anima a salir un poco más a la calle, tomar la vieja silla y ubicarla cerquita de las respectivas puertas de sus casas.
Yo debería hacer lo mismo, es decir, hacer efectivo mi alejamiento temporario de las hojas de texto en blanco y sumarme a la euforia generalizada. Pero el vicio es el vicio…
¿Cómo escribir sobre la barbarie israelí en tierras de Gaza y salir indemne de la clasificación de judeófobo, antisemita y cosas por el estilo? ¿O cómo ignorar los vergonzozos titulares de periódicos (Infobae, por citar alguno) que buscan justificar la matanza con declaraciones del tipo «Hace ocho años que venimos soportando los ataques de Hamas»?
Según esta postura, por ejemplo, debido a la inseguridad, bien podríamos arrasar las villas y matar a todos, incluidos niños, ya que allí es donde se ocultan los delincuentes. Tal vez Infobae adhiera al lema número uno de las dictaduras asesinas, «Si matamos diez y entre esos diez hay un terrorista, ¡bingo!»
Israel, socio fundamental (ista) de Estados Unidos en Medio Oriente, se viene haciendo popó (se caga) en los pedidos, advertencias y resoluciones de la ONU. Por eso hasta la existencia misma de este organismo no deja de provocarme una risa sarcástica. Miembro capanga de la ONU: Estados Unidos… ¡Fantástico!
La relación de fuerzas entre palestinos e israelíes bien podría representarse como la de un pichón de calandria contra un elefante asiático. A una piedra lanzada con una gomera le correspondemos con una ráfaga de ametralladora; a un misil de Hamas, les ofrecemos un raíd aéreo y 300 muertos en las primeras horas… Este es el razonamiento del poder sionista, amparado por los que callan y luego borran las huellas de la escena del crimen…
La incesante ocupación de la Franja de Gaza, provoca el sufrimiento contínuo y alimenta el odio palestino…, y el odio es pista de aterrizaje para cualquier avión, inclusive esos aviones de los que comercian y usufructuan ese odio. Esto es tan sencillo que hasta una Jéssica Cirio con problemas de aprendizaje podría comprenderlo. Quizás ahí deberíamos buscar futuras respuestas a las preguntas de siempre, en los campos de concentración de palestinos, en los muros que dividen y humillan, en el arrase con todo que a alguno vamos a encontrar…
Hoy sale publicado el repudio de la comunidad internacional. Y todos sabemos que es pura basura. A los medios de comunicación y los organismos internacionales no les importa la suerte de los palestinos, Hollywood no filmará películas sobre este padecimiento, Discovery no financiará documentales sobre este holocausto, History Chanel lo mismo. Un poco de sangre para el vampiro y a borrar las huellas de la memoria colectiva con la parafernalia mediática que se ordenará oportunamente. Es así de simple y es así de real.
Pero la barbarie, aunque parezca incontenible, tendrá su fin un buen día.

«A la vuelta de la esquina, en la periferia de las ciudades, los niños llevan ya mucho tiempo recogiendo libros, cuadros y piquetas de tiendas de campaña, para construir la barricada capaz de bloquear el avance de las Tinieblas»
Samili al- Qasim

Lo dicen los poetas… Y sus palabras son mucho más creíbles que todas las bombas juntas de la sinrazón.

JP

29 diciembre, 2008 Posted by | De última | , , , , , , , , , , , | Deja un comentario

Muera la diferencia

«Ser tolerante en la diferencia» parece ser el lema preferido de una sociedad llena de gente muy progresista, generalmente, los primeros en faltar a su propio parlamento. Generalmente abogan por los humildes que no tienen lugar donde vivir y se instalan en villas de emergencia, los mismos humildes que contratan para tareas domésticas en sus lujosos «ranchitos» y escatiman cada centavo y no pagan sus cargas sociales como si sus patrimonios y hasta sus mismas vidas les fueran en ello. Estos «progresistas» son los primeros en averiguar «si no hay villa cerca» cuando buscan mansión para construir. Son parte de una sociedad hipócrita que lo único que desean es mantener el «status quo» social ya que, como lo hicieron durante toda la vida, necesitan de esos «seres inferiores» para proveerse de mano de obra barata. Así los humildes serán llamados «pobre gente» y serán su excusa primordial para hacer ver que a ellos sí les importan. En el fondo, es la historia misma de las ricachonas entreteniéndose con fiestas de caridad, no para ayudar, sino para hacer sentir la diferencia. «Pobres siempre va a haber», reza el padrenuestro de estos progresistas de cuarta.
Días atrás, un imbécil que conduce uno de esos lamentables programas de televisión, que «ellos» llaman «de entretenimiento», pasó gran parte del mismo haciendo mención a dos equipos de mujeres, «las lindas» y «las feas», marcando un abismo entre estas personas. Solo faltaba que dijera «¿Por qué no se mueren, feas de mierda?», con chistes de cuarta que daban vergüenza ajena. Sigamos alimentando la fiera que todos llevamos adentro…
Vivimos en una sociedad clasista, cada vez más fragmentada por los que manejan la torta. La historia sigue siendo la misma de siempre, sólamente han variado algunos métodos. Lo que en otra época era pura represión directa y eliminación sistemática, hoy fue reemplazado por los medios de comunicación; por lo menos, los más importantes y  «representativos». La comunicación unidireccional es disimulada por comunicación dúplex, controlada habilmente. Así, los grandes temas que explican nuestrra actual decadencia cultural y social, por ende, económica, jamás serán tratados o si lo son, quedarán prontamente en el olvido, en medio de cortes publicitarios, últimos momentos y fallas de orígen.
La realidad está completamente banalizada por los mercaderes disfrazados de corderos.
Cuando conviene, se acciona un tema en particular, y así como se lo lanza, se lo rescata y archiva casi sin que nadie se de cuenta. Cabezas, bolitas, paraguas, rubios, blancos, europeos, criollos, indios, negros siguen sumando más clases como floggers, emos, stones, rockers, rappers, cumbiancheros y seguimos sumando a los cristianos, judíos, musulmanes, desarrollados, no desarrollados, primer mundo, tercer mundo, mundo de cuarta…
Y así como asesinaron a cientos y miles de iraquíes porque simplemente eran presa fácil del águila carroñera, tres mocosos de dicesiseis o diecisiete le pegaron patadas hasta matarlo a un flogger por ser flogger, asi nomás.
¿Cuál es la diferencia entre el flogger, el iraquí y el villero?
Ninguna. únicamente su debilidad frente al poder de los que siguen haciendo la historia.

JP

22 diciembre, 2008 Posted by | De última | Deja un comentario

La próxima estación (de Pino Solanas)

Recomiendo enfáticamente esta película de Pino Solanas para quien quiera «comerse» una buena porción de razones por las que estamos como estamos, inclusive para aquellos idiotas (como el que escribe estas líneas) que sucumbieron a la triste retórica de un «mundo de mercado» que trocó sueños de integración y desarrollo autónomo por pesadillas de electrodomésticos y tren bala.
«La próxima estación» tiene un desarrollo emocional tan cercano a las personas que hicieron grande a los «Ferrocarriles Argentinos» como crítico y condenatorio para todas aquellas «aves de rapiña» que los han esquilmado desde 1955 hasta la fecha. Y digo hasta la fecha, porque «el gobierno K de la Patria subsidiada»  continúa la tarea, de la mano de sus amigotes (cómplices) sindicalistas.
Aún así, «La próxima estación» termina como tiene que terminar una gran película: con los buenos ganando. Y así será, como siempre y a pesar de las apariencias.
A modo de preludio, me permito citar una descripción del mismo Pino Solanas, tomada de su propio sitio, www.pinosolanas.com, en donde pueden, por supuesto, abundar en más detalles de los que aquí se pueden leer.
Saludos y ¡a no perdérsela!

JP

La quimera ferroviaria

Por Fernando «Pino» Solanas*

Mi película La próxima estación es el cuarto capítulo de una obra que comprende cinco partes: Memoria del saqueo, La dignidad de los nadies, Argentina latente, La próxima estación y Tierra sublevada, que actualmente estoy filmando. En todas ellas, el objetivo es suscitar un debate sobre el fracaso neoliberal privatizador y la catástrofe que ha producido. Son fruto de una profunda investigación y reflexión colectivas, en la búsqueda de explicaciones y de propuestas alternativas. En su reciente artículo «La quimera ferroviaria de Pino» en Página/12 (28/9), el periodista José Natanson señala que «la denuncia es oportuna» y «los datos son irrefutables». En efecto, a pesar de la dureza de las denuncias y de la cantidad de información utilizada, ni en ésta ni en las anteriores películas se pudo cuestionar la rigurosidad de los fundamentos empleados. Tal vez debido a ello, Natanson utiliza el artilugio de criticar la «quimera ferroviaria», basándose en que la «visión del mundo» que la orienta sería «facilista», «nostálgica» y hasta «cariñosa». A lo cual agrega una descalificación por omisión de mi actividad política como referente de Proyecto Sur, al considerarme «un artista virtuoso y militantecomprometido»; mecanismo que se repite desde La hora de los hornos cada vez que mis denuncias y propuestas duelen. Al ser derrotada nuestra posición en el Frente Grande,
allá por 1994, también se descalificaron como «testimoniales» o «personalistas» lasadvertencias acerca de que el grupo de Carlos «Chacho» Álvarez estaba distorsionando las postulados fundantes de esa fuerza política: recién fuimos creíbles cuando en el 2001 Álvarez terminó proponiendo a Domingo Cavallo como ministro de Economía.

Ahora, una gran proporción de esos mismos progresistas caminan detrás del posibilismo kirchnerista. Por nuestra parte, estamos convencidos de que en un contexto internacional y regional de grandes cambios, se puede aspirar a una profunda transformación del país y, como parte de ella, del sistema de transportes. No se trata de volver a un «paraíso perdido», sino de recuperar en grandes trazos la memoria y el aprendizaje de la epopeya que significó la construcción autónoma del avanzado sistema ferroviario argentino, así como de las políticas y  actores que lo llevaron a su irresponsable y aberrante destrucción. Es un balance de lo mejor que supimos tener para superarlo y de lo peor que sufrimos a fin de no repetirlo. Se nos acusa de pasar por alto los orígenes del neoliberalismo: Memoria del saqueo se ocupa extensamente del tema. Tampoco ignoramos que Inglaterra y EE.UU. tomaron medidas irracionales sobre el ferrocarril, al igual que Brasil y México. En el caso argentino, se venían anunciando desde el Plan Larkin de Frondizi en los años sesenta, promovidas por las transnacionales automotrices y los grupos petroleros que comenzaban a instalarse en el país. La posterior evolución de los precios del petróleo y el predominio del capital financiero especulativo impusieron límites al desarrollismo keynesiano y facilitaron -dictaduras militares y una deuda fraudulenta mediante- la imposición de políticas neoliberales: en ese contexto histórico de despojo nacional y social -junto a un sistema de corrupción con dirigencias políticas y sindicales articuladas con grupos económico-financieros locales y extranjeros con el aval del FMI, el Banco Mundial y EE.UU.- se terminan de destruir los ferrocarriles.

La crítica referida al olvido de consignar los límites del desarrollismo esquiva nuestras advertencias sobre el actual modelo de transportes, que va rumbo a encontrar serios límites: ya no es viable un sistema basado en el paradigma del petróleo. Además de los precios del crudo, la contaminación ambiental; la saturación de rutas, con más de 8000 muertos y 12.000 lisiados anuales; el millonario desperdicio en subsidios. Son límites contundentes a una política neoliberal en este campo, cuyos únicos beneficiarios siguen siendo concesionarios privados, conducciones sindicales y funcionarios corruptos, que no están interesados en superar el subdesarrollo estructural de los transportes. Es que no se trata de construir un país sobre los impulsos del mercado o los intereses de las corporaciones transnacionales y los grupos financieros especulativos, sino a partir de una estrategia soberana que garantice los derechos básicos de los argentinos.

Nos alegra que Natanson coincida en que la propuesta «Un tren para todos» es razonable, al desactivar el proyecto del tren bala; pero se equivoca al considerar que proponemos una mera «reactivación de los ferrocarriles del pasado». No somos tan tontos: se trata de neutralizar la primacía del automotor y tomar ciertas referencias de países como China -hoy a la vanguardia en la industria y tecnología ferroviaria- y también de India, Rusia o los europeos, que promueven el ferrocarril como un eje central del sistema de transportes terrestres. Obviamente, el ferrocarril es un medio y no soluciona todos los problemas de construcción de un proyecto nacional y de integración latinoamericana autónoma, con un Estado que garantice el progreso  económico, la justicia social y la recuperación de las  economías regionales. En ese marco, la banda ancha y las computadoras no son excluyentes sino complementarias de los ferrocarriles.

La vuelta del ferrocarril es inevitable, por razones económicas, ambientales y de seguridad, aunque gran parte de la dirigencia argentina no tome nota de esta realidad. En  el siglo XXI, modernidad, tardomodernidad o posmodernidad, todavía el ferrocarril es el único medio que puede garantizar a todos los argentinos un servicio regular, aun en las peores condiciones climáticas.

Nos complace que La próxima estación haya impulsado un  debate, que debiera ser serio y no incluir banales descalificaciones. Además de un film, es una propuesta para reconstruir el servicio y las industrias del tren, con empresas públicas controladas por usuarios, trabajadores, universidades, estados nacional, provincial y municipal. En definitiva, ninguna quimera, sino un tren para todos, cuidado por todos.

* Referente de Proyecto Sur. Publicado en Página/12 el 8 de octubre de 2008

22 diciembre, 2008 Posted by | De última | , , , , , , , , , | Deja un comentario