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Guía para mejorar (edición 105 de PELLInside)

«Tribus urbanas: ¿por qué diferenciarse si son todos igualmente de pelotudos?»

En estos días que pasaron, todos hemos podido apreciar distintas columnas periodísticas, inclusive en programas tan serios de nuestra televisión como los noticieros, sin ir más lejos, en las que se hablan sobre las bondades de pertenecer a una de las llamadas tribus urbanas. La primera duda que me surgió es sobre lo acertado o no de llamar a estos grupos con el nombre de tribus, siendo que yo hasta hace poco asociaba la palabra tribu con los Tobas, los Diaguitas y los Pieles Rojas, si es que estoy en el cine viendo una de las últimas películas de John Wayne. Pero vamos a suponer que el sustantivo es el adecuado porque si así los llaman gente tan apta como María Laura Santillán, así debe ser.
No deja de llamarme la atención la cantidad de diferentes tribus, inclusive con nombres más bien complicados como Floggers, bloggers, rolingas, swingers, stones, motherfuckers, pendexdelorten y otros más, expresados en una lengua que realmente desconozco. Yo me pregunto: ¿Por qué esta necesidad de nuestra juventud de dividirse si son todos pelotudos por igual? ¿Por qué separarse si la estupidez los quiere juntar? ¿Por qué querer ser distintos si la ineptitud y la ignorancia los aunan como nunca? No lo sé, aún, pero lo voy a averiguar porque seguro que si esto pasa, es por alguna razón muy valedera…

Por otro lado y justamente abordando el núcleo del tema que me ocupa esta semana, he estado pensando en que no sé si es muy conveniente ser un flogger, por ejemplo. Uno nunca sabe por donde la vida puede llevarlo. Bien sabemos que un día podés estar en Florida y Lavalle y al día siguiente, cruzando una oscura calle de José C. Paz. De solo imaginar a un rolinga o a un flogger cruzándose con una banda de 20 monos de Villa Tachito, me da escalofríos porque verdaderamente puede llegar a pasarla muy mal. Ustedes dirán que también la puede pasar mal un tipo común. De acuerdo, pero ya saben que los muchachos del conurbano aprecian de manera especial esos «bocaditos di cardinale» que son estos chicos tan blanquitos, flacuchos, tiernos y con tanta dedicación por su pelo. Para ejemplificarlo aún más, cuando tenemos hambre comemos lo que venga, pan de la semana pasada, un poco de guiso apelotonado y con algunos colores sospechosos o un bagre, sin ir más lejos. Sin embargo, cuando vemos un pollito al spiedo con papas fritas se nos van los ojos y la baba fluye casi naturalmente. Esto es lo mismo: las personas corrientes vendrían a ser los bagres y un emo, flogger, stone, rolinga o algo así, sería el pollo al spiedo con fritas, ¿se entiende?

Por eso si vos querés pertenecer a una de estas tribus urbanas cuya máxima aspiración es sacarle 4591 fotos seguidas a un pelo de su orto, pensalo con algo de claridad y si ves que no podés, tratá de conseguir ayuda de alguien pensante. Por ahí en tu familia tenés a alguno, difícil, pero nunca imposible.
Hasta la semana entrante.

       
Vicente Solano Lima

15 septiembre, 2008 Posted by | Guía para mejorar | , , , , , , , , , , , | 4 comentarios